Las Claves de la Dietética de Medicina Tradicional China (MTC)

Sin duda, la herramienta terapéutica más conocida de la Medicina China es la acupuntura, sin embargo este sistema de prevención y sanación dispone de otras opciones que amplían y potencian los efectos beneficiosos de sus tratamientos; entre ellas, vamos a hablar de la Dietoterapia según la MTC.
En ella descubrimos lo que la antigua ciencia china consideraba (y la moderna ciencia de hoy avala) de las cualidades y factores de los alimentos, – tales como su color, sabor, naturaleza interna (las acciones que promueven dentro del cuerpo), la temperatura de cocción y de ingesta -, en relación al lugar donde se vive, la estación del año, la fase vital, etc., y la forma equilibrada de combinar estas referencias.
Es un ámbito amplio, interesante y sobre todo útil y saludable que queremos acercar a nuestros pacientes y lectores. Así, iniciamos con éste una serie de artículos dirigidos a enseñar los aspectos más relevantes de este práctica milenaria y su aplicación cotidiana.
Empecemos por el principio, por lo que es el fundamento de todo lo demás:
Si la pareja Bazo/Estómago se daña, cientos de enfermedades emergen (Li Gao)
La Medicina China explica y detalla la fisiología agrupando sistemas de correspondencia orgánica en torno a la Teoría de los Cinco Elementos, que son: Madera, Fuego, Tierra, Metal y Agua, cuyo fundamento es análogo a los ciclos vitales que ocurren en la Naturaleza, y por ende, en el hombre. El Elemento Tierra corresponde al Centro – reflejado en la dupla Bazo/Páncreas y Estómago – que a su vez corresponde en un sentido muy amplio a las numerosas funciones del sistema digestivo, es decir, el centro desde donde se fragua la salud general del ser humano.
Curso de Dietoterapia Clínica
según la Medicina Tradicional China
Así pues, la primera y principal premisa de la Dietoterapia según la MTC es mantener la integridad de la Tierra, esto es, Bazo/Páncreas y Estómago y con ello garantizar un buen estado de las funciones y del terreno digestivo; con esto obtendremos los nutrientes imprescindibles para alimentar toda la estructura, garantizar las funciones que nos mantienen con vida y también discriminar y eliminar lo que nos hace daño.
Cuidar con hábitos muy sencillos y sensatos nuestro sistema digestivo es clave para favorecer su buen funcionamiento. A veces, en el aspecto nutricional nos centramos exclusivamente en los alimentos y olvidamos el lugar que los recibe, digiere, absorbe, distribuye, etc. Muchas intolerancias o sensibilidades alimentarias dependen en gran medida de la incapacidad orgánica de asimilar determinados alimentos y no por éste exclusivamente.
Mejorar nuestra funcionalidad digestiva depende, junto con una alimentación equilibrada, de seguir determinadas pautas:
Masticar bien
Se dice que “el estómago no tiene dientes”. Masticar bien reduce el trabajo de nuestros órganos digestivos, inicia la digestión e incrementa la extracción eficiente de los nutrientes.
No comer demasiado
Si comemos más de lo necesario en cualquier comida (aunque más por la noche), creamos estancamiento y se producirá una digestión más lenta. Como consecuencia aparecerá distensión después de comer y cansancio, ya que nuestra fisiología se ocupa de digerir este exceso de comida. Si esto es un hábito, la Tierra estará sobrecargada, se dañará su capacidad funcional y aparecerán subproductos patológicos derivados de este estancamiento (gases, flema…).
No encharcar el Estómago
Es importante no tomar demasiado líquido en las comidas. Un poco de fluido templado con la comida ayudará, pero demasiado diluirá – y más si es frío – la acción de los diversos jugos gástricos, pancreáticos y biliares y producirá una digestión débil. Esto incluye no ingerir muchos líquidos durante la hora siguiente a la ingesta.
No enfriar el Bazo/Páncreas
Un exceso de comida fría, cruda o con muchos líquidos fríos (en especial en invierno, por la noche y a primera hora de la mañana) debilitará la fuerza digestiva de la Tierra. El proceso digestivo necesita que se mantenga la adecuada temperatura corporal interna para no forzar las condiciones en que se produce la digestión. Atender al tipo de alimento en función del momento del día y la estación del año es clave para no alterar esto.Por ejemplo, cenar ensaladas y/o bebida fría en invierno es perjudicial porque enfría y enlentece los procesos digestivos mientras que tomar una infusión calentita con menta, manzanilla, anís, hinojo o jengibre fresco los favorecerá.
Regularidad horaria
Mantener un equilibrio y regularidad en las ingestas y su distribución adecuada durante el día, en función de nuestros horarios y actividad es de gran ayuda para garantizar niveles estables de glucosa en sangre y evitar que nuestro sistema trabaje forzadamente. Esto reduce la ansiedad, los picos de hambre (que tienden a la comida de recompensa) y es de utilidad en procesos de adelgazamiento.
En este sentido, cenar pronto, ligero y con tiempo suficiente antes de acostarnos es sumamente beneficioso y coherente con los ciclos internos que rigen nuestra actividad y metabolismo.

Elegir comidas con gran “fuerza vital”
O buena densidad nutricional: no es tanto la cantidad sino la calidad e idoneidad de la comida que tomamos. Esta medida incluye tomar alimentos locales y de temporada, y de buena calidad biológica tanto como sea posible. Por la misma razón, es importante comer comida fresca y huir de ultraprocesados, llenos de azúcares y conservantes químicos.
Disfrutar de la comida
Disfrutar de nuestra comida es la parte más importante de nuestra nutrición. Si estamos tranquilos cuando comemos y contentos con nuestra relación con la comida, todo nuestro organismo estará nutrido más efectivamente.

Relajación
Es mejor no mezclar comida con trabajo o estados alterados. El estrés es un gran enemigo de la digestión, que funciona mejor cuando está enfocada hacia el disfrute, no distrayéndonos o distorsionándonos por otras influencias o factores. Así que, es mejor hacer que el tiempo en el que comemos sea un momento de relajación en vez de intentar leer, ver la TV, discutir o hacer negocios.
También nos ayudará tomar un poco de tiempo para relajar nuestra postura, quizás hasta hacer unas pocas inspiraciones lentas antes de comer. Cruzar las piernas, sentarse torcido o inclinado comprimirá nuestros órganos digestivos y alterará nuestra digestión.
Como habréis comprobado estas cuestiones son pura lógica y sensatez y al mismo tiempo, muy olvidadas en la vorágine del día a día. Revertir unos malos hábitos digestivos es mucho más sencillo de lo que creemos y sin lugar a dudas, genera enormes beneficios para nuestra salud en general.
Desde ya mismo os animamos a poner estos buenos hábitos en marcha y a continuar aprendiendo con lo que la Dietética de Medicina China tiene para ofrecer a través de las próximas entregas de esta serie de artículos.
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